Os presentamos la maravillosa casa-taller del arquitecto Ricardo Bofill. Se trata de una antigua fábrica cementera en Sant Just Desvern, a las afueras de Barcelona. Bofill, impactado por cómo esa fábrica contaminaba el cielo de Barcelona con su humo, la compró con el objetivo de transformar ese espacio negro y sucio en algo mágico. Consiguió convertir esa negra fábrica en un espacio natural lleno del verde de las plantas que crecen libres por todo el conjunto, siendo éste no solo su casa pero también su taller.
Bofill mezcla una visión brutalista con una romántica y basa el espacio en estructuras que no sirven para nada pero que se han dejado por una mera cuestión estética y que, además, está organizado por actividades mentales o psicológicas más que por su funcionalidad, rompiendo así el modelo de una casa típica. Su distribución es apta para estados de ánimo distintos.